Monte Sinaí
La mano, muerta antes que él, tenía un olor particular, un olor que anunciaba que algo no estaba bien, que la sangre no era sana, que su alma y su cuerpo no se encontraban en ningún lugar, que él era impecable sólo por dentro. Su mano olía a dolor, a novedad, a galletas recién horneadas, a sepulcro precoz, a lágrimas, a remedio casero, a hígado fresco, a leche con bija, a harina del negrito, a susurros, a juguete de plástico, a hueso roto. Ese olor profundo, que solo siete personas sabrían distinguir, vivió con nosotros hasta que llegó la hora. Hoy en la mañana el olor volvió, pero no hay de qué preocuparse, pasará lo de siempre, me acompañará por algunos días, y de nuevo desaparecerá.
5 Comments:
vago...muy vago...sin embargo, algo se rescata...siempre hay un nuevo día.
03 julio, 2006 17:27
ahiii..
03 julio, 2006 19:51
y será asi...para siempre.
05 julio, 2006 14:25
"lo mejor de nuestra piel, es que no nos deja huír..."
06 julio, 2006 10:58
Pekermann
Vaya a su gmail que le quiero decir algo privado.
Beso tipo Barbie para usted, ooootra vez.
06 julio, 2006 13:48
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