Grima
El monstruo tiene hambre. Entra por debajo de tu puerta temprano en la mañana, si sucumbes a su engaño, te acompaña todo el día. Se asoma a tu ventana mientras vas conduciendo, te susurra al oído cosas menos que ciertas. Está en todas partes, en tu baño, en el ascensor, en las esquinas, en el asfalto, interrumpe el azul que se debe respirar. Tiene cara de asesino y de madre de familia, de millonario y de borracho, de joven amor y de mujer independiente. El monstruo miente en tu cara, y te gusta, le permites que se meta dentro de ti, que se coma desde adentro tu cerebro, que se impregne en tus manos, tus piés, tu cuello, tu piel. Te entumece, aprendes a vivir con El, y si mañana dejara de existir, no te conocerías a ti mismo.