¡no fumes!

jueves, mayo 25, 2006

evidencia

Puedes tratar de romperme
pero no me romperé.
Me doblaré un poco
habrán fisuras
pero no me romperé.

Puedes marcarme la cara
con tus golpes
pero no te tocaré.
Me cubriré el cuerpo
me preguntaré porqué
pero no te tocaré.

Puedes tratar
de convertirme en tu verdugo
pero no te mataré.
Te veré camino a la muerte
me cubriré de negro
pero no te mataré.

Porque al final
existirá la evidencia
de que yo nunca
te hice daño.

jueves, mayo 11, 2006

El justo valor de las cosas

Si las mujeres valen poco,
los negros valen poco,
los pobres valen poco,
los feos valen poco,
y los gordos valen poco,
entonces...

¿Cuánto vale
una mujer negra, pobre
fea y gorda?

viernes, mayo 05, 2006

entre la espada y la pared

Entre la soledad y el fin de un amor que nunca tuvo inicio, entre vivir a mis anchas y vivir con papá y mamá otra vez, en medio de “a nadie le importa la hora que llego” y recibir una llamada de papá “tu mamá quiere saber si llegarás tarde porque tu hija no quiere dormirse hasta que llegues”. Entre un trabajo interesante y una aburridísima reunión de pendiente en la que encima debo ser testigo sin quejarme de la superficialidad de algunas de las mujeres más estúpidas que he conocido, entre un odio grande a mi espejo y la necesidad de invertir mi peso y mi autoestima. En medio de ser adulta y más adulta, tengo un solo pensamiento en mi cabeza. Un recuerdo de un momento que quisiera estar viviendo ahora mismo. Mi abuela, Pura pasión, y yo, sentadas en la galería de la Santomé 402 (altos), ella en su mecedora, yo en sus piernas, tan flaquita con 5 años, con mis bucles rubios como siempre desordenados, mis anteojos precoces y mi oído contra su pecho, ella cantando esa canción. ¿Cómo iba? ¿alguien la recuerda? ayúdenme a recordarla ¿Tony, Mundito, María Teresa?, no, porque nadie más existía; iba así como “no te preocupes hermana mía que allá en la muerte la pago yo”, la historia de un muchacho que se enamora de su hermana y enfurecido ante el anuncio de su matrimonio la mata, la corta en pedazos y la tira por ahí. Pura pasión y sus canciones que hacen a Nick Cave parecer un joven Mozart. Abuela sigue cantando y la tormenta dentro de su cuerpo me va durmiendo. Quiero ese momento ahora, no tengo ganas de ser más adulta, hoy extraño demasiado las cosas que nunca recuperaré.