¡no fumes!

viernes, febrero 09, 2007

sautée

- ¿Qué hay para el menú esta noche? - preguntó Flavio.
- Arroz con garbanzos - respondió el jefe de cocina.

Flavio se preguntaba hasta cuándo. Arroz con garbanzos, potage de garbanzos, ensalada de garbanzos, raviolis de garbanzos, garbanzos con all i oli y la última creación, tahine. Deliciosa, pero ¿otra vez garbanzos?. Le daba vueltas en su cabeza, ¿porqué no intentar otro ingrediente?. Tenía cuatro años trabajando como segundo cocinero y en más de una ocasión expresó su desagrado sin mayor respuesta que unos hombros encogidos. Día tras día garbanzos, y éste no prometía ser diferente. Entonces recibieron la noticia.
En esa semana los visitaría El Maestro. El cocinero gerente de toda la cadena, el que más sabía, el revolucionario. Se cuentan tantas cosas de él; que rompe los parámetros, que se atreve a sugerir combinaciones muy arriesgadas, que tiene el secreto de los más finos paladares. Vendría a enseñarles las nuevas tendencias, los ingredientes más exóticos, las salsas más apetitosas. Entre los cocineros se corrió la voz de los nuevos aires, todos estaban ansiosos de compartir la experiencia que El Maestro tenía en cocina mundial.
El Maestro llegó temprano, entró saludando humildemente, detrás de él entró el dueño del restaurant, y siete canales de televisión, diez periodistas de prensa y cuatro de crónica social. Se subió al podium, El Maestro tiene una forma peculiar de pensar, no se impone, pero dice cosas imponentes, no se enoja, pero su voz es escuchada. Mientras él hablaba entre flashes y aplausos, Flavio se sentía protagonista también, se llenaba de emoción pensando que ésto era lo que habían esperado por tanto tiempo, un cambio, algo diferente, una persona que por fin dejaría claro que los garbanzos son buenos pero no para vivir sólo de ellos, una persona inspiradora, que les iba a afianzar el placer de cocinar, de estar cerca del fuego otra vez. Qué bueno que habían tomado la decisión de traerlo, eso demostraba que sus reclamos habían sido escuchados. Vió al cocinero jefe asentir una y otra vez, por fin se hacía el milagro. Cuando el maestro terminó, le entregaron una placa de reconocimiento, le dieron las gracias por el apoyo, por abrirle los ojos, por haber aceptado hacer el discurso inaugural del proyecto de renovación del restaurante. Para Flavio era un orgullo formar parte de este momento, contagiarse del pensamiento de un gran cocinero como él, y entender que de ahora en adelante las cosas serían diferentes. Corrío como un niño hasta donde estaba el jefe de cocina despidiendo a los invitados y se le acercó al oído.

- ¿Qué hay para el menú de mañana? - preguntó Flavio.
- Arroz con garbanzos - respondió el jefe de cocina.

viernes, febrero 02, 2007

A positivo

hay niños
jugando en mi patio
pero no son tuyos
ni siquiera
el que comparte tu sangre

la vida nos dará
hermosas lecciones
como el verdadero valor
de una boda de verano
pero de estas lecciones
solo aprenderás una...

en más de una forma
estás demasiado lejos