¡no fumes!

miércoles, diciembre 21, 2005

Paseo sabatino

Nico salió de la casa de su abuela a dar una vuelta por el barrio, que ese fin de semana estaba más tranquilo que nunca. Estaba tranquilo porque al hijo del viejo Rodríguez, Amin, lo habían encontrado sin vida en la puerta de su casa, en circunstancias no muy claras. Tan horrible fué su fin, que la sangre de su cuerpo bajó por las escaleras del pórtico y se metió en la jardinera que Lina cuidaba con un tesón casi enfermizo, y cuya construcción había sido motivo de discordia entre ellos por mucho tiempo. Hacía más de un mes y el luto no terminaba. Nico encontró en su paseo una rama de eucalipto que utilizó para rayar las paredes y hacer música mientras caminaba. Hacía calor y ni siquiera los pájaros se escuchaban, solo la rama arrastrada contra su voluntad. Era como si todo lo material e inmaterial extrañara a Amín y la melodía que tocaba cada sábado por la tarde, y que había cesado en su insistente armonía. El niño recogió del suelo una tapa de conserva pisoteada para su colección de basura y se lo metió en el bolsillo izquierdo, le pareció apropiado aquel bolsillo, donde cada martes guardaba los dulces que le regalaba Amin por llegar puntual a la clase de violín. La calle empedrada lo fué llevando al callejón donde ahora Lina vivía sola con los violines y sus flores. Solo entraba y salía de la casa por la puerta trasera y no usaba los escalones del pórtico en ningún momento. En ese mes las flores crecieron más de lo que crecieron en todo el año, y hasta las rosas blancas que eran raras en aquel lugar, habían salido de la nada para invadir todo el jardín. Por la cercanía a las escaleras y la terquedad de sus raíces, las flores lograron romper con decisión los cimientos de la casa. La abuela de Nico le había advertido que no se acercara a aquel lugar, porque nadie supo finalmente quién lo había asesinado y porqué, pero el no pudo evitar el entumecimiento de ese sábado, cuando reaccionó ya estaba frente al pórtico de Lina. Reconoció en la escalera, como dibujado por la maraña de flores y maleza, el cuerpo de Amín, extendido en tres escalones, con la cabeza mirando hacia la puerta.

miércoles, diciembre 14, 2005

Doce

Es que es un problema de formas, no de fondo de botella que mami Landa no quiso cambiar por contacto maternal en un día de lluvia ácida casi al borde de la locura cuando descubrió que me había roto la vida izquierda por jugar a las escondidas con mis primos. Pura pasión me lo prohibió por años, las escondidas. Pero ella no se dió cuenta nunca de que entraba al baño todas las tardes a quemar la niñez con fósforos prestados de su cocina para encender papeles que envolvían polvo talco simulando cigarrillos. Allí dentro la bizca cuatro ojos de doce años se convertía en una señorita de la televisión. Pero no en la señorita Sandoval con un hijo natural, sino en una que vió en un corto de HBO que se llamaba “carioca” y en el que una pareja de novios jugaban a la teta mientras en la televisión el noticiero anunciaba la caída del muro de Berlín en una visión futurista y esperanzadora que se materializó años más tarde cuando yo ya tenía carnet de identidad.

jueves, diciembre 08, 2005

Contra Natura

El vive en estado salvaje. Todos envidian su libertad. Los que lo critican, los que lo miran de reojo, los que consideran su presencia una afrenta para el orden lógico de las cosas. Hasta yo lo envidio, esa capacidad de imponer su presencia, esa naturaleza malcriada y desobediente, ese ir y venir a donde quiere, y no a donde le dicen que vaya. Un día me senté a meditar y me dije ¿y si lo domara? ¿y si lo llevara a una escuela de obediencia donde lo obliguen a ceder?. Mi naturaleza egoísta me terminó de catapultar. Lo llevé, su entrenadora se llamaba Martina. Lo primero que hizo fué limpiarlo, profundamente, él lo disfrutó, luego lo enseñó a andar erguido, lo logró con instrumentos que parecían peligrosos, y muy convincentes. En dos ocasiones el intentó quejarse, pero Martina le hizo pensarlo una segunda vez, es muy persuasiva. Se dice en la calle que ella es la mejor. Cuando salimos de allí, llovieron los piropos, todos estuvieron de acuerdo en que su nueva personalidad era mucho más agradable, más dócil, que su aspecto le colocaba en un buen sitio en el orden lógico de las cosas. A él le gustaban los piropos pero mientras más escuchaba decir cosas como “pareces niño rico” “ahora si eres normal”, “asi de sumiso debe ser siempre” desde muy adentro le empezaba a ganar terreno su lado salvaje, no imaginaba cómo todos lo veían contrario a lo que era, y empezó a rebelarse, tanto que no duró ni dos días en su nuevo rol, empezó a ir y venir a su antojo, a hacer lo que le ordenaba su espíritu, lo último que hizo fué ensuciarse. Terminó sacándome de mis casillas otra vez. Después de un baño frío, que por arte de magia dió fin al proceso de domesticación, y verlo tan feliz, los dos llegamos a la conclusión de que no se puede ir en contra de la naturaleza, de que él es mas feliz así. Que somos felices como somos, él conmigo y yo con él.




Oda a mi cabello rizado.

miércoles, diciembre 07, 2005

Ella

Se abre,
y cuando vas a entrar,
se cierra.

Se inmobiliza,
y cuando vas a tocarla,
se mueve.

Te llama,
y cuando respondes,
se calla.

Se entristece,
y cuando vas a consolarla,
se ríe.

Camina hacia tí,
y cuando vas a abrazarla,
se marcha.

Respira,
y cuando empiezas
a cantar de alegría,
Ella muere.

viernes, diciembre 02, 2005

Fácil

Si te acuestas a mi lado
y nos conectamos para intercambiar
la tibia sangre que nos mantiene vivos,
¿volveremos a ser uno?.

Si nos reunimos en el templo
y juramos que es para siempre,
¿Salvaremos nuestras almas?.

Si te quiebras la espalda
para llevarme cargada a todas partes,
¿estaré más cómoda?.

Si bendas mis ojos y te conviertes en mi lazarillo,
para que la basura no me afecte,
¿Podré caminar segura?.

Libérame,
quiero ver el mundo,
sentir mi propia sangre y cargar a otros.

Quiero que mi vida sea difícil.